Comunicación
Alerta: sobrecarga informativa
Lunes 17 de noviembre de 2008 - El Cronista
Por primera vez, la cantidad de información digital que
se genera cada año supera a la existente desde que comenzó
a escribirse la historia. Las empresas gastan más presupuesto
en el manejo de documentos que en investigación y desarrollo.
Algunos estudios advierten que el exceso de información,
por un lado, y de conectividad, por el otro, están minando
la capacidad de pensamiento y planificación de las personas.
Las herramientas tecnológicas que iban a aumentar la productividad,
a la larga, ¿la están reduciendo?
Cada año, las empresas generan en el mundo 161 mil millones
de gigabytes (GB) de información, según cálculos
de la consultora especializada IDC. La cifra supera en 900 mil veces
a la existente en formato impreso. Volcado al papel, este volumen
de información equivale a montar 12 columnas de libros del
tamaño de Harry Potter entre la Tierra y el Sol (más
de 148.000 millones de kilómetros). O llenar 1.191.400 bibliotecas
del tamaño de la del Congreso de los Estados Unidos, actualmente
la más grande del mundo, con una colección de más
de 29 millones de libros y publicaciones.
Según el estudio "The Expanding Digital Universe"
llevado a cabo por IDC y esponsoreado por la compañía
tecnológica EMC en 2007, el empleado promedio de una compañía
envía y recibe más de 27.000 e-mails por año,
lo que equivale a casi 2 Gigabytes e imprime unos 800 Megas (una
pila de papeles de 11 metros). Esto sin contar la cantidad de información
que cada persona genera y replica en forma privada a través
de los blogs, fotologs y descargas de videos y música en
Internet.
Estamos inmersos en un mar de información y vivimos permanentemente
conectados a ella. El uso de tecnologías móviles como
el celular y las computadoras portátiles nos permiten acceder
a los datos y contactarnos con otros en cualquier momento y lugar.
La cultura Mobile ha borrado los límites entre el espacio
público y el privado, y entre el ocio y la producción.
Según un estudio de la consultora Basex, las empresas norteamericanas
gastan u$s 650 mil millones por el exceso de información
y dedican entre el 3 y el 5% de su presupuesto al manejo de documentos.
Esta cifra suele ser más alta que su presupuesto en Investigación
y Desarrollo. En tanto, una reciente encuesta de Accenture revela
que el 42% de los empleados usa información equivocada o
no encuentra los datos que necesitan al menos una vez por semana,
mientras que el 53% cree que menos de la mitad de la información
que recibe (principalmente por mail) es realmente útil para
el negocio.
Hiperconectados
De la mano de la sobredosis de información, las compañías
tecnológicas desarrollan y lanzan al mercado sofisticados
sistemas para el manejo y resguardo de la información. "La
explosión de datos, que crecerán entre un 30 y un
100% en los próximos años, incrementa los costos de
las organizaciones en búsqueda y almacenamiento de datos",
dice Patricia Liñan, consultora de Hitachi Data Systems.
En tanto, Google lanzó el año pasado dos versiones
de su buscador para empresas: Search Appliance para grandes compañías
y Mini para las pymes. La primera permite buscar información
entre más de 500.000 documentos y la segunda puede procesar
de 50.000 a 300.000 documentos, con la misma velocidad y criterio
(palabras clave) con que lo hace su motor de búsqueda de
Internet.
Según Rescue Time, una organización dedicada a analizar
el impacto de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana,
el 28% de la jornada laboral es malgastado en interrupciones que
no son urgentes ni importantes y en retomar el hilo de lo que se
estaba haciendo. En tanto, el tiempo dedicado a la creación
productiva, como redactar un e-mail necesario, es el 25% de la jornada.
Otro 15% se destina a buscar información, 20% a reuniones
y un escueto 12% a planificar y pensar el negocio.
En promedio, cada persona pasa casi dos horas limpiando su casilla
de e-mail (algunas duplican este promedio), y revisa más
de 50 veces por día su bandeja de entrada. Hay quienes experimentan
una sensación de ansiedad y compulsión por leer sus
correos, por temor a perder un mensaje importante. Se trata del
síndrome de ansiedad del e-mail (e-mail anxiety), que se
ha visto agravado por el uso generalizado de dispositivos móviles.
Una nueva patología ya da que hablar a los especialistas
en salud laboral, quienes acuñaron un nombre para describir
a aquellas personas que no pueden apagar sus teléfonos inteligentes.
Son los Crackberries. Se los puede ver en las entrevistas, las reuniones
de trabajo, en las conferencias y hasta en eventos sociales o lugares
como teatros y cines. Su compulsión a enviar y recibir información
a través de sus sofisticados telefonitos es tal que no respetan
ninguna norma de educación y, si se les llaman la atención,
se encierran en el baño para poder continuar con su frenético
intercambio de mensajes.
Sin llegar a casos extremos, lo cierto es que el exceso de información
y conectividad provoca un aumento del estrés en la mayoría
de las personas. Las grandes compañías tecnológicas
están empezando a invertir parte de su presupuesto en investigaciones
y acciones que ayuden a combatir las consecuencias de estos excesos
que ayudaron a generar.
Así, este año se creó IORG (Information Overload
Research), un grupo conformado por Microsoft, Intel, IBM y Xerox,
entre otras, que se dedica a buscar soluciones para organizar y
jerarquizar el enorme flujo de información electrónica
que se genera y transmite cada día por los dispositivos móviles
en todo el mundo.
De acuerdo a un relevamiento de esta organización, en promedio,
cada empleado tiene unas ocho ventanas abiertas al mismo tiempo
y no se detiene en ninguna de ellas más de 20 segundos. Sin
embargo, cuando recibe una llamada, un mensaje de chat o un aviso
de e-mail, puede llevar unos 25 minutos hasta que retoma la tarea
que estaba haciendo. Incluso, el 40% de las veces, la tarea inicial
llega a ser olvidada por el trabajador que se ve arrastrado por
la ola de nuevas tareas en constante aparición. Según
esta investigación, el principal peligro de las interrupciones
es el deterioro que producen en la memoria de corto plazo, ya que
no retiene qué estaba haciendo.
En busca del tiempo perdido
Los
especialistas sugieren anotar lo que estábamos haciendo antes
de atender un llamado que nos va a llevar un par de minutos. De
este modo, se puede volver sobre el tema más rápidamente.
La mayoría de las personas que logran una productividad aceptable
utiliza un sistema muy simple: mantener una lista de tareas y prioridades.
No es necesario llevar una moderna agenda o una Palm.
Jennifer Wasmer, directora de Relaciones Públicas de Xerox
Corporation, tiene su propia experiencia con el manejo de la sobreinformación.
Ella lleva, desde su oficina en Londres, o desde cualquier lugar
en el que se pueda conectar a Internet, la información corporativa
de más de 140 filiales. "La digitalización es
una gran ayuda, dado que me permite acceder a la información
que necesito en cualquier momento y desde cualquier lugar, sin necesidad
de cargar con pilas de papeles de un lugar al otro", dice.
Su compañía es un paradigma de este fenómeno.
Nacida como una empresa de servicios de impresión, hoy se
reconvirtió al manejo digital de documentos. La tecnología
Docu Share, desarrollada por Xerox, permite categorizar las imágenes
y datos para archivarlos y compartirlos de manera totalmente intuitiva.
"No hace falta recordar la palabra exacta para encontrar el
documento que buscamos", dice Wasmer. Un truco para jerarquizar
la información escrita es utilizar el color. "Cuando
hay palabras o imágenes en color, se logra un 80% más
de recordación", destaca.
En cuanto a la avalancha diaria de e-mails para leer y responder,
Wasmer tiene una estrategia: "trato de escribir los mensajes
como si fueran para una Blackberry, muy breves". Esto, que
parece muy sencillo, lleva tiempo de entrenamiento, porque hay que
ordenar las ideas antes de lanzarse a escribir. Ya lo decía
Mark Twain: "Escribo cartas largas cuando no tengo tiempo de
escribir cortas".
Otra alternativa sencilla para lidiar con el e-mail es desactivar
el aviso de entrada de los mails y organizarse para leer y responderlos
en horarios determinados durante el día. Según Walter
D' Abrantes, consultor de negocios de EMC, "lo mejor es actuar
proactivamente en el manejo de mails y no reaccionar cada vez que
entra un mensaje a la casilla".
"Tratar cada mensaje una sola vez: leerlo, responderlo o reenviarlo
y borrarlo inmediatamente, para evitar que se acumulen en el inbox.
Si es preciso archivarlo para seguir el tema más adelante,
hacerlo en carpetas. Al principio, esto puede resultar engorroso,
pero a la larga resulta mucho más rápido para ubicar
la información cuando la necesitamos", recomiendan.
La batalla por la atención
Todos los días se generan millones de textos en la red,
pero cada vez parece haber menos lectores para estas piezas. Según
el informe "How little do users read" ("Cuan poco
leen los usuarios"), de Jacob Nielsen, la lectura de un texto
web decae a partir de las 200 palabras. Internet no es ya una gran
biblioteca, sino sobre todo un lugar para el consumo audiovisual
y para el encuentro entre las personas.
Naomi Baron, profesora de lingüística de la American
University of Washington y autora de "Always on: language in
an Online and Mobile World" ("Siempre conectados, el lenguaje
en un mundo en línea y móvil") señala
que "la gente escribe hoy mayor cantidad de textos, como nunca
antes lo había hecho. Y cuanto más escribimos en línea,
peor lo hacemos. En las épocas de la máquina de escribir
manual, cada uno se tomaba el trabajo de clarificar las ideas. Hoy,
estamos convencidos de que no tenemos tiempo para pensar, y nos
lanzamos a escribir sin tener la mínima idea de lo que realmente
queremos decir".
La información, que en otro tiempo era valiosa, se ha transformado
en una mercancía con poco valor, casi un commodity. Cuando
los datos y estímulos abundan, las empresas pelean por la
atención de las audiencias, cada vez más escasa.
Algunos especialistas, como el sociólogo Manuel Castells,
de la Annenberg School of Communication de la Universidad de California
del Sur, creen que gracias a la multiplicidad de estímulos
que reciben, los jóvenes de hoy (nativos digitales) piensan
en forma fragmentada. Están acostumbrados a hacer varias
cosas al mismo tiempo y a la cultura de los hiperlinks, que llevan
de un texto a otro en Internet, como quien hace zapping y no termina
de ver nada. Como consecuencia, navegan en la superficie de las
cosas, sin profundizar en ningún tema.
En algunas empresas, la cuestión del uso de dispositivos
móviles durante las reuniones se está debatiendo fuertemente.
"Cada uno está en su mundo, navegando con la notebook,
chequeando los e-mails con la Blackberry o enviando SMS con el celular.
La información circula entrecortada, parcial, y al terminar
la reunión nadie sabe bien de qué se estuvo hablando",
confiesa un ejecutivo local de una importante compañía
de software.
En Adaptative Path, una desarrolladora de software en el corazón
de Sillicon Valley, los empleados y directivos deben dejar afuera
sus gadgets móviles antes de entrar a las reuniones. Como
consecuencia, éstas se volvieron más breves y productivas.
Según Linda Stone, consultora en Apple y Microsoft, el uso
de estos dispositivos no produce un déficit de atención
sino "una atención parcial continua", que termina
reduciendo la capacidad de asimilación de la información.
La tendencia ya llegó a los claustros y en algunas cátedras
de la Universidad de Michigan los profesores prohiben a los estudiantes
entrar al aula con sus laptops. Al final, en la era de la tecnologías
de la información, lo mejor es volver a los libros y al papel
y lápiz.
María Gabriela Ensinck - El Cronista |