Gestión
Aprovechar lo que ofrece la crisis 
Jueves 28 de mayo de 2009.
En tiempos de desaceleración económica, la mayoría
de los gerentes recibe malas noticias: la demanda disminuye, los
precios caen, el crédito es escaso, y es probable que haya
despidos.
Cuando uno se obsesiona con las amenazas, termina ocultando una
sorprendente pero crucial verdad: los peores momentos para la economía
en general pueden ser las mejores ocasiones para que las firmas
individuales creen valor en el largo plazo.
En anteriores caídas de la actividad, algunas compañías
incluyendo Toyota, Nokia, Cisco, Samsung y Emirates, salieron fortalecidas.
Al igual que el mitológico luchador Antaeus de Libia que
recuperó la fuerza cuando cayó al suelo, estas empresas
se robustecieron con las crisis económicas. Muchos de sus
competidores, por el contrario, languidecieron o quebraron. Parte
de la diferencia está en contar con gerentes que sepan cómo
crear valor durante una caída, y ser eficientes al momento
de actuar en base a ese conocimiento.
Cada crisis abre una ventana de oportunidad para ajustar el status
quo, y los gerentes inteligentes impulsan los cambios necesarios
para aprovecharla. Una desaceleración económica marca
un abrupto quiebre con el pasado y, frente a ello, los empleados
reconocen que una firma no puede seguir haciendo lo que hacía
antes. El descenso de la actividad disminuye la resistencia al cambio
y pone fin a la autocomplacencia. En un momento de baja a menudo
vuelven a surgir desafíos pendientes, y los gerentes hábiles
pueden utilizar la energía resultante para generar en la
organización la sensación de que es urgente arreglar
esos problemas.
Una crisis económica justifica la toma de decisiones dolorosas
que serían extremas en momentos mejores. Finalmente, le brinda
a los gerentes suficiente aire para implementar medidas que provocan
dolor financiero de corto plazo pero que serán positivas
en el largo plazo, como reducir productos, “despedir”
clientes no rentables o salir de negocios deficitarios. Los inversores,
directorios y jefes normalmente son más indulgentes con las
caídas en las ventas y ganancias durante una desaceleración
–cuando todos los competidores están sufriendo–
que durante un momento de auge, cuando todos los demás están
prosperando.
Los gerentes pueden aprovechar una desaceleración de la
actividad para hacer cualquier número de cambios posibles,
pero las siguientes cuatro medidas en particular probablemente creen
valor a largo plazo.
Inculcar disciplina de gastos
Durante los años de auge, muchos gerentes pensaban que su
objetivo era elevar la facturación a través de la
innovación. No es así. Las compañías
existen para crear valor económico, que es la diferencia
entre los ingresos y el costo de oportunidad de todos los insumos
(incluido el capital). Los buenos gerentes mantienen el control
de ambas palancas en todo momento, en busca de oportunidades de
crecimiento durante las caídas y manteniendo la disciplina
de gastos en las buenas.
Desafortunadamente, la mejor práctica no es la más
común. Muchas compañías van de períodos
de crecimiento indisciplinado a recortes brutales de costos. Durante
el auge, presionan el acelerador para aumentar la facturación.
Sin embargo, cuando gira el ciclo económico, pisan el freno,
abandonan el crecimiento y se concentran en recortar gastos para
liberar flujo de caja. Una vez que la economía se recupera,
dejan de lado su nueva disciplina de costos para obtener crecimiento
de ingresos.
Las grandes oportunidades para aumentar las ventas en general surgen
en los momentos de menor actividad económica. Y las mejores
ocasiones para bajar gastos a menudo aparecen en los buenos tiempos.
Durante un auge, los gerentes tienden a ignorar las ineficiencias
que crecen como maleza en toda la organización, y extraen
recursos empleados en áreas más productivas. Durante
una desaceleración, los buenos gerentes desmalezan sus jardines,
pero los que son excepcionales también crean procesos que
permiten cortar de raíz esos gastos a medida que van surgiendo.
Forzar las decisiones difíciles
Los buenos tiempos producen amplios recursos que restan importancia
a la necesidad de sacrificar una cosa por otra. Durante un auge,
los gerentes tienden a distribuir recursos en forma pareja para
conservar la sensación de equidad y minimizar los conflictos.
Aún en los mejores tiempos, esto significa que las oportunidades
prometedoras reciben menos recursos que los que requieren, mientras
que otras obtienen más de los que se merecen.
En los tiempos difíciles, hasta es más perjudicial
derrochar el escaso dinero. Muchos gerentes, por ejemplo, tratan
de distribuir el sufrimiento despidiendo equitativamente, exigen
un porcentaje de reducción idéntico tanto de personal
como de gastos para todas las unidades, independientemente de sus
características.
Una desaceleración brinda la oportunidad ideal de forzar
las decisiones difíciles. En el caso de Nokia, después
de que la Unión Soviética se derrumbó a principios
de los noventa, Finlandia sufrió una de las peores recesiones
de su historia y Nokia, que en aquel entonces era un conglomerado
diversificado, enfrentaba problemas financieros. En vez de hacer
recortes parejos, los ejecutivos de la compañía tomaron
la difícil decisión de centrarse en el negocio de
las telecomunicaciones y salir de otras áreas que en aquel
entonces representaban casi el 90% de los ingresos.
Las empresas también pueden aprovechar una caída
de la actividad económica para priorizar las iniciativas
corporativas que realmente importan. Las “prioridades”
tienden a proliferar durante un período de auge. Los gerentes
medios de un grupo de ingeniería europeo contaron más
de 50 “prioridades estratégicas” impartidas desde
la casa matriz en los anteriores dos años.
Durante una desaceleración económica, los altos ejecutivos
deberían consolidar sus principales iniciativas en una única
lista y elegir un puñado que sean verdaderamente esenciales.
Para asegurarse de que todos reciban el mensaje, deberían
comunicar las mayores prioridades en toda la organización,
incluyendo una enumeración de iniciativas que ya no forman
parte de los objetivos.
Para forzar la toma de decisiones difíciles, los gerentes
deben preguntarse. ¿Qué iniciativas, unidades, productos,
mercados y etc. tienen prioridad sobre nuestros escasos recursos?
¿Podemos ordenarlos en términos de potencial de creación
de valor? ¿Dónde deberíamos trazar la línea
que marca lo verdaderamente esencial de lo agradable?
Acelerar cambios fundamentales
Antes de la actual crisis, muchas organizaciones se embarcaron
en grandes programas de cambio. Los ejemplos más comunes
incluyen dejar de vender productos y servicios, fomentar una mayor
colaboración en todos los silos organizacionales, o construir
una cultura más emprendedora. Es difícil hacer grandes
esfuerzos en los buenos tiempos, y muchos ejecutivos temen que una
caída de la actividad detenga el futuro progreso o revierta
cualquier avance logrado hasta la fecha. En realidad, en una desaceleración,
los gerentes demasiado a menudo corren a apagar de un incendio a
otro y así pierden de vista el largo plazo.
Para concretar iniciativas de cambio a gran escala en general se
necesitan entre ocho y diez años y frecuentemente el ritmo
pierde impulso en el camino. Las crisis brindan una oportunidad
ideal para reactivar una transformación en curso. Los gerentes
pueden aprovechar esos malos momentos para renovar la sensación
de urgencia, justificar las decisiones de poca aceptación
y superar la complacencia o la resistencia al cambio.
Los gerentes deberían preguntarse lo siguiente para no perder
de vista la transformación a largo plazo: ¿Cuáles
de los cambios a largo plazo comenzaron antes de la crisis? ¿Cuáles
aún consideramos esenciales para nuestro éxito a futuro?
¿Qué modificaciones deberíamos hacer aunque
esta desaceleración nunca hubiese ocurrido? ¿Cómo
podemos sacar provecho de la crisis para acelerar estos cambios?
Aprovechar las oportunidades...
Las oportunidades excelentes son aquellas en que la compañía
puede crear un valor significativamente mayor al costo de los recursos
necesarios para aprovechar la ocasión. Ejemplos de ellas
son las adquisiciones a precios bajos; los productos innovadores
–como el iPod de Apple– que dominan un sector nuevo;
la expansión en mercados emergentes; o la compra de recursos
valiosos a bajo precio.
La mayoría de los gerentes buscan grandes oportunidades
en los buenos momentos. Eso es un error. Las mejores ocasiones a
menudo surgen durante las crisis, cuando los vendedores en problemas
se ven obligados a desprenderse de activos valiosos a precios reducidos.
Para conservar el dinero en efectivo, las compañías
quizás se vean forzadas a retirarse de propuestas atractivas,
lo que crea una buena ocasión para los rivales.
Durante una crisis, para los gerentes es fácil concentrarse
exclusivamente en manejar las amenazas, y por lo tanto pierden de
vista las buenas oportunidades. Para contrarrestar esto, deberían
preguntarse: ¿Los competidores están dejando pasar
oportunidades que nosotros podemos aprovechar? ¿Deberíamos
doblar la apuesta en los mercados de crecimiento, como las economías
de los llamados Bric, en vez de reducirnos a nuestro mercado central?
¿El sufrimiento de nuestros consumidores y rivales crea una
oportunidad para nosotros? ¿Podemos hacernos de recursos
clave a precios de ganga?
Todas las noticias económicas negativas pueden eclipsar
la crucial realidad de que en cualquier caída luego se produce
un rebote. Para poder sacar el mayor provecho de la recuperación,
los gerentes deben reconocer las oportunidades durante los malos
tiempos y hacerse de coraje para aprovecharlas.
Donald Sull. Profesor en la Facultad de Estrategia y Gestión
Internacional en la London Business School.
Traducción: Mariana I. Oriolo. EL CRONISTA. |