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Capacitación

Evaluar la capacitación “in company”

Domingo 2 de noviembre de 2008

Cuando la capacitación genera nuevos conocimientos, hay que plantearla como un proyecto de inversión, con el correspondiente cálculo de retorno.

Evaluar nos permite saber de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos, controlar procesos y cursos de acción, anticipar situaciones y comparar alternativas. En cualquier caso, "Evaluar" es relevar información útil para tomar decisiones. No es meramente "medir" un resultado, es interpretar una situación para adoptar un curso de acción. Pero, ¿qué resultados produce la capacitación?

Por mucho que se lo desee, no se puede aprender por el otro, ni transferir lo aprendido a su desempeño, ni mejorar los resultados de su gestión. Mucho menos podemos apropiarnos de todo esto cuando la persona que hemos formado lo logra. Esos, son "sus" resultados. La capacitación sólo produce condiciones para el cambio, para el aprendizaje y para la aplicación de nuevas competencias. Y también es posible, como servicio, ayudarlo a reconocer y medir los resultados que consiga con la capacitación que se le ha brindado.

Interviene aquí un viejo debate que separa posiciones: ¿es inversión o es gasto la capacitación? Es posible plantear aquí una propuesta para dirimir este viejo asunto y, al hacerlo, encausar también el problema de la evaluación de la efectividad de la capacitación. Las organizaciones no hacen capacitación como un fin en sí mismo, sino que la utilizan como una herramienta para dos grandes finalidades:

1) Para generar cambios en la organización, como la posibilidad de mejorar resultados de negocio, generar cambios en los procesos, fortalecer competencias organizacionales, motivar e integrar al personal, formar cuadros de reemplazo, modificar conductas disfuncionales, para responder a las exigencias de sistemas de certificaciones, etc.
2) Para sostener situaciones, condiciones y estándares ya logrados.

De aquí surge que las acciones de capacitación pueden ser tanto un gasto como una inversión.
Es un gasto cuando su finalidad es sostener, mantener o simplemente actualizar las capacidades de la organización para garantizar la continuidad de su funcionamiento actual. En esos casos, la capacitación cumple funciones de "mantenimiento".

En cambio, puede considerarse una inversión cuando su objetivo es incorporar nuevos conocimientos y "know how", con los cuales se modificará la forma actual de funcionamiento organizacional para lograr un incremento o cambio sustancial en las capacidades actuales de la organización.

En el primer caso -mantenimiento- se requiere una evaluación de eficacia y eficiencia: necesitamos saber si la gente aprendió y si hemos aplicado bien los recursos disponibles. No requiere evaluar transferencia a la tarea e impacto, porque la organización ya tiene armados y activos todos los mecanismos para hacer uso de esos conocimientos en la práctica laboral y la gestión en general.

En cambio, cuando estamos frente a una actividad formativa que genera nuevos conocimientos, hay que plantearla como proyecto de inversión, con el correspondiente cálculo de retorno. Si esto último es muy indirecto, sí podemos estimar el valor agregado en términos de reducción de tiempos de proceso, reducción de costos, incremento de producción, de calidad, y de satisfacción del cliente (interno o externo).

En cualquiera de los casos, este análisis debe realizarse antes de implementar la capacitación, para que responda a necesidades u oportunidades reales y no a meras demandas; luego de la capacitación, se puede verificar si se ha logrado cumplir con lo propuesto. Sumo un elemento más al análisis de la problemática de la "evaluación de la capacitación": como toda tarea, la evaluación debe generar valor.

En este sentido, el "gestor de capacitación" por un lado necesita de un adecuado "control del proceso" y, por otro, tiene la oportunidad de convertirse en "proveedor" del "servicio de evaluación de resultados". Generará valor aportando información significativa para que todos los involucrados tomen mejores decisiones y se alimente un proceso de formación continua, como también ayudando a realizar una interpretación colectiva de las conclusiones resultantes de la evaluación y decidir en forma conjunta la forma de aplicación del nuevo conocimiento, su incorporación a los procesos y su mejor aprovechamiento.

Denise Ferreyra, Representante de Asociación de Desarrollo y Capacitación de la Argentina (Adca) - La Voz del Interior

 
 

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