Calidad
Lo que le falta a las pymes
Lunes 2 de febrero de 2009
Pese a que la industria del software fue una de los que más
creció en los últimos años, su evolución
no logró ser más agresiva. Uno de los sectores que
lo siente en primera persona es el de las empresas medianas y chicas,
el grueso de la matriz productiva argentina. Los expertos cuentan
qué debería cambiar para mejorar.
La industria argentina del software se caracteriza por estar compuesta
básicamente por pequeñas y medianas empresas (pymes),
tal como sucede con el grueso de la economía del país.
Pero luego de cinco años consecutivos de crecimiento por
encima del 20% es preciso que el sector comience a corregir algunas
de sus faltas más serias para consolidarse como industria
y alcanzar la proyección internacional que sus dirigentes
pretenden. La falta de recursos humanos calificados pareciera ser
la principal problemática de las pyme tecnológicas
argentinas, condición a superar de manera obligatoria para
lograr otros objetivos que también son advertidos como carencias,
como es la productividad y la integración a la cadena de
valor internacional.
Es la mirada que sobre el sector informático tienen las
organizaciones que siguen de cerca a esta actividad económica.
Para los expertos, la capacitación constante de los trabajadores
del sector es la condición sine qua non para que la Argentina
tome un lugar de preponderancia en el mapa mundial de los países
líderes en nuevas tecnologías de la información
y las comunicaciones (TICs).
"La falta de recursos humanos calificados es muy importante.
Si bien el crecimiento del empleo fue superior al 20% por año
durante los años 2000, entre 2006 y 2007 hubo desaceleración
y esa evolución fue de 15%. Esto se vincula con el estancamiento
de la oferta y los incrementos salariales producto de la falta de
recursos humanos que obliga a que el sueldo sea una variable fundamental
para contar con los técnicos necesarios en una pyme de este
sector", dijo a IT Business, Ignacio Bruera, gerente de investigación
de la Fundación Observatorio Pyme, la entidad que estudia
la evolución de las pequeñas empresas en el país
y que está integrada por la Universitá di Bologna,
Techint y la Unión Industrial Argentina.
Los trabajadores en primer plano
El entrenamiento de los recursos humanos del sector del software
es un tema que se viene abordando desde hace años en el sector
y que tuvo su primer espaldarazo de peso a finales de 2005 cuando
se puso en marcha un programa de becas orientado a jóvenes
que querían incorporarse a este mercado. Fue un trabajo conjunto
del Gobierno a través del ministerio de Trabajo y del sector
privado, de la mano de la Cámara de Empresas de Software
y Servicios Informáticos (CESSI), y que involucró
a las filiales locales de Microsoft, SUN y Oracle. El proyecto fue
exitoso. En poco tiempo se cubrieron los cupos disponibles. Así,
más tarde, se crearon programas idénticos en el concepto:
entrenar a jóvenes para insertarlos en la industria e ir
satisfaciendo la demanda laboral, y surgieron InverTI en vos, EnterTech
y hace unos meses, Control F, el más importante de todos
por la cantidad de cupos a abrir -12.000 cuando se completen las
distintas etapas- y porque además de las empresas que apoyaron
la movida inicial se sumaron IBM y Cisco.
Estos emprendimientos han sido un reflejo fiel de la necesidad
de la industria: más recursos humanos calificados porque,
a contramano de la demanda y tal como sucede en el mundo, en el
país no crece el interés por las carreras técnicas
aún cuando garantizarían una salida laboral rápida
y bien remunerada.
"Lo que falta son recursos humanos. Pero no sólo a
nivel de grado universitario sino también medio. Las políticas
públicas que vimos hasta ahora apuntan a la formación
de grado y las becas que el Gobierno ha estado impulsando para el
segmento técnico van a carreras que no son las de informática.
En el tope de esas becas se ubican las ingenierías agronómicas,
las de alimentos, las industriales", afirmó Alejandro
Artopoulos, profesor e investigador de la Universidad de San Andrés
y uno de los redactores del Libro Blanco de Prospectiva de Tecnología
Informática, un texto que reunió la opinión
del grueso de la comunidad de TI y que se espera sea presentado
públicamente entre marzo o abril por el Ministerio de Ciencia
y Tecnología de la Nación a cargo de Lino Barañao.
Para Alicia Bañuelos, rectora de la Universidad de La Punta,
en San Luis, uno de los principales problemas de las pyme informáticas
son "la falta de certificación de calidad. Es un requisito
esencial para trabajar con las grandes empresas o las compañías
que actúan en el exterior. Y es algo que en el caso particular
de nuestra Universidad lo tenemos planificado para este año,
es decir, ayudaremos a las pyme tecnológicas a que puedan
certificar".
La funcionaria indicó que no hay que ver a este tema como
un gasto sino como una inversión. "La certificación
es necesaria para encarar grandes proyectos y es también
una forma de crecer organizadamente. Cuando uno viaja y habla con
los ejecutivos de las corporaciones la exigencia pasa por tener
estándares de calidad. Y cuando una empresa logra certificar
encuentra la manera de concretar negocios más importantes",
aseveró la académica quien también es Ministra
del Progreso de San Luis.
La paradoja de la productividad
Siempre se escucha que la incorporación de tecnología
en las empresas ayuda a incrementar su productividad. Pero, como
una paradoja, la falta de recursos humanos calificados se traduce
en una menor productividad, otra gran carencia del sector del software.
"El gran desafío tiene que ver con la capacitación
de nuevos técnicos, necesaria para ampliar la capacidad de
producción. Porque el tema está directamente relacionado
con la productividad.
Por caso, en Dublin, Irlanda, donde hace más de 20 años
rige una política de software, existe la misma cantidad de
empleados informáticos ocupados que en la Argentina, es decir,
algo más de 50.000. Pero, en ese país se factura cuatro
veces más que en la Argentina porque el tamaño de
las empresas es mucho más importante, y por la inversión
extranjera directa. Y a medida que las empresas se hacen más
grandes también son más productivas", subrayó
Bruera.
El año pasado, el sector del software movió algo
más de $7.000 millones y exportó por unos $1.300 millones,
de acuerdo a informes de la CESSI. Si se traduce en dólares,
fueron algo más de u$s2.000 millones. En Irlanda, el negocio
del software mueve más de u$s14.000 millones anuales, de
los cuales el 70% se destina a la exportación, según
datos de la Organización para el Comercio y el Desarrollo
de Naciones Unidas (OCDE). A este nivel se llegó luego de
materializar una política de Estado que fue avalada por los
distintos gobiernos que tuvo ese país sin importar el color
político. El resultado fue la consolidación de una
industria que hoy es un ejemplo en Europa y que es el modelo a seguir
por los países emergentes que pretenden ir en esa dirección,
como la Argentina.
Para Artopoulos, "la política falla porque no hay
un buen márketing detrás de ella, y las soluciones
están lejos porque nos gustaría ser como Irlanda pero
hay muchos problemas que nosotros aún no los tenemos resueltos.
No se trata sólo de un tema educativo o económico
sino también social porque con las becas se busca también
que chicos de bajos recursos se preparen para comenzar a cobrar
sueldos superiores a los $2.000".
Dinero e integración
En el plano internacional, el investigador de la Universidad de
San Andrés, sostuvo que otra de las faltas que muestra el
sector informático local es el roce internacional. "Los
empresarios pyme no van más allá de Miami y Madrid,
no se imaginan negocios más allá de esas ciudades.
Y si uno mira el caso de las exportaciones informáticas de
Uruguay se ve que es posible hacer grandes cosas en cualquier lugar
del mundo, sin que el idioma sea lo más importante",
expresó.
Otra falencia del sector pasa por la falta de financiamiento.
Bruera advirtió que, pese a la dispersión geográfica
que muestra la industria, el 70% de las empresas se concentra en
Buenos Aires donde el mayor porcentaje son pymes. "Esa falta
de tamaño que muestra el Clúster de Buenos Aires influye
en la productividad que se alcanza a través de los servicios
de valor agregado. Y da la sensación de que lo primero que
hay que lograr para dejar de ser un micropyme y pasar a una pyme
es obtener apoyo financiero estatal, mientras en paralelo se busque
mayor especialización e integración a la cadena de
valor internacional", indicó.
Y aquí aparecieron otras dos carencias de la industria
informática nacional: la escasez constante de financiamiento
de parte del sector estatal -pues sólo el 8% de los fondos
con que se nutre la industria proviene de este segmento, el grueso
es dinero propio proveniente del ahorro y el apoyo familiar- y la
necesidad de imbrincarse al mercado internacional.
El capital del conocimiento
"La característica común que muestran los clústers
tecnológicos internacionales son que hay capital de riesgo,
que en la Argentina es muy bajo, y que existe un entramado profesional
de empresas, ya sean cámaras o asociaciones que trabajan
por que haya mano de obra intensiva, además de un sistema
educativo fuerte. En Argentina hay que seguir este modelo. Los únicos
casos paradigmáticos a nivel local son los de la Universidad
de La Punta, en San Luis, y el del IAE en Pilar. Son proyectos orientados,
donde las carreras están muy pensadas y las empresas una
gran participación en la currícula. Hay otros casos
importantes, como el de la Universidad CAECE, entre otros, pero
falta todavía un clima más generalizado que contemple
estas variables", apuntó Bruera.
Respecto a la financiación, el tema da para escribir un
artículo aparte. Pero el especialista del Observatorio Pyme
notó que el principal escollo del sector en este punto tiene
que ver con que su capital es el conocimiento, acción que
no califica para obtener un crédito. Si bien la imposibilidad
de acceder a dinero fresco es común al sector de las pyme
en general, en la industria del software se hace más difícil
todavía. "No tienen tangibles para presentar porque
el conocimiento no tiene el valor que debería, por eso los
venture capital (fondos de capital de riesgo) son importantes para
cubrir la falencia", indicó.
La gran ausente: IT para el agro
Desde otro punto de vista, Artopoulos advirtió que "los
empresarios no saben recorrer la universidad para descubrir talento
y buscar conocimiento. No hay lazos entre académicos y empresarios
y debería existir. Hay universidades que sólo enseñan
y poco investigan, y las grandes empresas, como Google, surgen de
aquellos claustros donde hay investigación. En nuestro caso,
hay que salir de las grandes ciudades para encontrar esta profundidad
y llegar a La Plata, Bahía Blanca o Tandil. Los últimos
estudiantes que ganaron los pasajes al Mundial de Programación
salieron de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, de La Plata
y de Bahía Blanca".
Para el profesor de la Universidad de San Andrés "aprovechar
el conocimiento existente es clave porque está conectada
a la situación local". En ese punto, subrayó
que en el Libro Blanco se advierte sobre la existencia de tecnologías
aplicadas al agro que no logran destacarse. La razón es simple:
el énfasis de la comunidad está puesto en la programación
y no en abordar las distintas problemáticas desde lo interdisciplinario.
Andrea Catalano - El Cronista |